Las cifras lo rebelan todo. En el mundo hay 6.500
millones de personas, pero solamente en China viven 1.300 millones de seres
humanos mentalizados para, despacito pero sin pausa, ganarse al mundo. Y no
hacen excepciones por razas por continentes o por situaciones políticas.
Reflexionemos sobre este gran Imperio. Sabido es que
el mayor coeficiente de intelectualidad está precisamente en la “sesera” de los
mandarines, y si tenemos en cuenta de que cada 4 min. nacen 295 chinos, es
fácil comprender una relación progresiva de aumento de cerebritos imparables en
el tiempo, repartidos por todo el mundo.
Poco falta ya para que en China se hable más ingles
que en el resto de los países anglosajones o no; pero menos tiempo falta aun,
para que el resto del mundo piense en chino casi con exclusividad.
En los últimos 50 años han multiplicado por 2.5 el número
de habitantes; y en consecuencia el número de competidores a niveles económicos
y empresariales aumenta, asfixiando así a los más sanos mercados occidentales a
pasos agigantados. No les importa no inventar nada; si les preocupa copiarlo
todo, y eso también tiene su merito para llegar a ser pronto los mas ricos del universo.
Durante el último trimestre de 2011 su PIB creció hasta
casi el 9% gracias a dos principales
cuestiones; por un lado la fabricación propia de cuanto existe y por otro la
exportación de lo que fabrican; y además son los gestores en el resto del
mundo, de todas sus producciones.
Ahora comienza para ellos un nuevo año. El del Dragón; el ultimo había
sido en 2001. Los años correspondientes a este “bicho” suelen ser especialmente
fructíferos para ellos. Entre otras muchas cosas se produce un aumento de
natalidad del 5%. Y otra característica de este año del mitológico suele ser,
la mayor afectividad y cariño hacia su gobierno, que en la practica aporta al
ciudadano chino también mayor intensidad y amor por su trabajo; y por
consecuencia mas competitividad. Aumenta la producción, mas exportación. Todo
se multiplica.
Cuando además son ellos mismos quienes “al no caber”
en su país, salen al extranjero, resulta que lo copan todo; si son las macro
tiendas son de ellos, si son las pequeñísimas tiendecitas de alimentación
también las regentan los mandarines. En Madrid solamente por poner un pequeño ejemplo, resulta que poseen más de
3.000 minúsculas tiendas aparte de grandes almacenes; restaurantes y otros
establecimientos.
Estas reflexiones nos deben llevar a pensar seriamente
en el futuro de nuestro país; es muy respetable que los acuerdos
internacionales faciliten a los orientales la opción a instalarse en España,
pero todo debe de tener un límite. Aun que éste sea amplio, es previsible que
al paso de unos cuantos años no quede nada en
nuestro país que no sea de propiedad china. No tardaran en copiar el
aceite de oliva, los toros o las fiestas de los pueblos. Luego eso si, los
beneficios se marchan en los mismos contenedores en que han venido las mercancías.
¿En que beneficia a España estos desmanes de asentamientos
orientales? ¿Tienen alguna limitación las invasiones comerciales Chinas que no
suponen otra cosa que aumentar la pobreza hispanica?
Ricardo Gago Fernández
Ourense
DIARIO LA REGION
OURENSE
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