5/2/13

LA GALICIA QUE SE MUERE (9 abril 2012)


Debemos comenzar estas reflexiones diciendo que son de admirar todos aquellos mujeres y hombres, que viviendo en pueblos en vías de extinción, se resisten a dejar sus hogares; al abandono del pueblo que les vio nacer. Sean estas notas un homenaje a ellos.

En España hay un total de 2.800 pequeñas aldeas; de ellas 1.200 están en Galicia sumidas en literal abandono. Estos lugares que han sido testigos de tanta historia han ido degradándose y cayendo irremediablemente en estado de soledad y desolación, como contribución incongruente en razón inversa del progreso de las grandes ciudades o villas.

Poco a poco así, la Galicia de los pequeños núcleos campesinos se va quedando vacía. Ahora mismo pasan de 700 las aldeas en las que perviven una o dos personas solamente; son los últimos habitantes que constituyen las fuerzas vivas resistentes al imperio de la maleza que se ocupa de devorarlo todo, hasta el punto de que hay pueblos ya embebidos absolutamente por los matorrales.

Ourense es la provincia más envejecida, con sus 110 aldeas fantasma. Y el irremediable número va en aumento si tenemos en cuenta que la mayoría del ocaso del Rural Gallego, que es de 30 núcleos abandonados cada año, la mayor parte pertenecen a esta provincia.

La comunidad gallega no hemos sabido dar solución a esta situación inexorable, cuando el tiempo, que es implacable, va destruyendo lentamente lo que a nuestros antepasados le costó sudor, levantar perpiaño a perpiaño.

Se deja caer casi todo, se conserva casi nada. Hace algunos años puso en práctica la Xunta de Galicia la restauración de algunos hornos, molinos y lavaderos comunes en los pueblos, pero aun aplaudiendo lo hecho, lo verdaderamente importante seria una política eficaz Institucional de conservación física global de los núcleos urbanos rurales. Y los tiempos no están para esos gastos.

En esta crónica hay que hacer una mención excepcional a la aldea de Couso, situada en el nacimiento del río Limia, en el ayuntamiento de Sarreaus. Estaba absolutamente abandonada, cuando por allí apareció un buen día en el año 2000 un riojano llamado Jose Mª Galán y se enamoró del fenecido lugar; meses mas tarde compró todas las propiedades abandonadas; así se hizo propietario único de la fantasmagórica aldea. Tardo 8 años en restaurar las 19 casas, molino, pajares, alpendres, horno, caminos, muros etc.

Hoy es sin duda, un núcleo rural urbano que se puede decir que ha resucitado conservando su autenticidad física exterior; aunque para que una aldea como esta, bañada por las cristalinas aguas del Río del Olvido, (como lo dio en llamar el historiador griego Estrabón, hace unos cuantos siglos; y hoy dedicada a complejo turístico) vuelva a la vida después de su ocaso, hay otras muchas que desaparecen para siempre en nuestra Comunidad.



Ricardo Gago Fernández
Ourense



DIARIO LA REGION
        OURENSE


No hay comentarios:

Publicar un comentario