Quienes desde fuera de España conocían la
idiosincrasia socio-política de los españoles, seguramente tras los últimos
acontecimientos deportivos habrán tenido que cambiar el sentido del pensamiento
y la opinión sobre el patriotismo hispano. No pueden generarse al mismo tiempo
tantas contradicciones en la españolidad. Se sale de la lógica sociologicamente
hablando.
Podríamos creer que España era tal vez el único país
del planeta en donde la bandera representativa no se mostraba mas que en los
centros oficiales, si acaso en caso en las festividades y para eso no en todas
las regiones. Era como bien sabemos hasta motivo de mofa y falta de respeto de
un importante porcentaje de ciudadanos que colgaban el san Benito de fachas a
quienes de algún modo la ensalzaban. Y desde luego era impensable la exhibición
a modus particular en la ventana de un domicilio.
No soy moralista de estado, ni lo pretendo, pero me
parece que tal cambio socio-cultural-patriótico casi instantáneo es digno de un
estudio por parte de sociólogos y doctos en simbolismos y comportamientos
humanos en cuestiones deportivas; aquí
algo no es congruente.
Sabemos desde luego que el deporte es capaz de unir
tendencias políticas distintas, si estas no son demasiados profundas en el ego
de las personas, pero manifestar satisfacción, alegría, jolgorio, etc. de los éxitos
deportivos con la bandera que simboliza la patria de todos, es por lo menos un
poco chocante, un poco exagerado.
Bueno es, que estos hechos se produzcan y si fuese
muchas veces mejor, pero me temo que no; que esto no es mas que el canto del
cisne, sin óbito final. En España no nacemos (como en otros países europeos que
no es necesario nombrar), con orgullo de patria, por encima de todas las muy
respetables tendencias políticas posteriores, que se van generando en la vida
personal. Los españoles somos diferentes hasta para eso, que no me atrevo a
calificar de fariseísmo colectivo, pero tampoco encuentro la frase adecuada
para manifestar una opinión lógica sobre las contrariedades de razonamiento de
colocar pendones al viento en los balcones de ubicaciones domesticas; cuando
luego nos hacemos eco de una predisposición a la contrariedad de todo lo que
sea ensalzar como base de la Nación
los colores rojo-amarillo.
Todo esto ha salido a relucir como innegable
consecuencia de los éxitos de la “La Española” la Roja del fútbol, y que sigan por muchos
generaciones, no solo por la satisfacción de los futboleros, que somos muchos,
sino que así nos acostumbramos también a manifestar positivos sentimientos de
alegría generalizada, como los vividos recientemente, no se si unidos todos por
el magenta y el gualda del estandarte,o solamente por el rojo de la camisola de
los futbolistas.Creo que solo por lo segundo.
En cualquier
caso las pizcas de luminosidad en las fachadas de muchos domicilios en el
momento en que nos toca vivir, bien merece una simbólica calificación de
Notable.
Ricardo Gago fernandez
Ourense
DIARIO LA REGION
OURENSE
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