5/2/13

LAS MANIAS DE CAMBIAR EL NOMBRE DE LAS CALLES (27 junio 2012)


Cada pocos años y con motivo de no se sabe que reajustes urbanos, los políticos de turno, sientan su cátedra rebautizando diversas calles de la ciudad. El ultimo bautismo de algunas ruas data ahora de hace pocos años, por lo que no tardaran mucho en cambiar placas nominativas con otras designaciones de las vías que se les ocurra, sin mas motivos que los caprichos municipales.

Los señores del Concello podrán preguntarse a tenor de que viene ahora este comentario publico; pero de igual forma los ciudadanos, residentes vecinos, etc. estamos en el derecho de preguntar que cual es la facultad que se otorgan los regidores municipales para cambiar la mayor parte de las veces, la designación que tienen las ruas, cuando además es notorio que en la vida cotidiana por mas que lo intenten la gente sigue llamándole por su nombre vulgar y conocido de siempre.

Las calles, de la ciudad no son de los políticos, sino del pueblo y es este quien las bautiza normalmente basandose en algunas características que concurren, y quien con el paso del tiempo le da la confirmación, para que siempre se las conozca de la misma forma, sonando mejor o peor su nombre, pero es el pueblo y no quien esta de titular en el concello.

Lo curioso es que en la practica se les continúan llamando como antes de cada rebautizo es decir, que la sensatez impera y tendrían que pasar décadas para que los de a pie nos acostumbráramos a la nominación impuesta.

Así tenemos, que a pesar de los pesares, por ejemplo “Progreso” nunca dejo de serlo, como tampoco “Paseo” aun cuando en varias ocasiones sufrieron las decisiones de políticos empeñados en renombramientos generalmente para ensalce y homenaje de políticos, militares y otros, de pasado acorde con las circunstancias de quienes deciden en el cambio.

No vamos a pronunciarnos también sobre los perjuicios económicos que causan los cambios de nomenclatura al tener que rehacer datos de domiciliaciones personales, comerciales etc. que son importantísimos.

Hemos hecho referencia solo como ejemplo, a dos importantes ruas de nuestra ciudad, pero claro que hay otras muchas que pasaron por similares circunstancias y que desde luego la gente continua llamándolas por su primitivo nombre.

Entonces ¿para que vienen los cambios cuando las calles no son propiedad del Concello, sino patrimonio de los ciudadanos?.

Claro que aun sabiendo que esta es una característica endémica general de los ayuntamientos, no por ello hay que decir que si señor a todo; y sobre todo  que cuando se trate de un cambio nominativo se piense y se diga el porque, y se vea las consecuencias y la nula efectividad.

Será bueno que  se mediten estas circunstancias; bauticen si quieren las calles que nacen (por expansión lógica de la ciudad) pero no enmienden la plana con reinventos nomenclativos de las ya existentes.




Ricardo Gago Fernández
Ourense


 

DIARIO LA REGION
        OURENSE



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