Cada pocos años y con motivo de no se sabe que
reajustes urbanos, los políticos de turno, sientan su cátedra rebautizando
diversas calles de la ciudad. El ultimo bautismo de algunas ruas data ahora de hace
pocos años, por lo que no tardaran mucho en cambiar placas nominativas con
otras designaciones de las vías que se les ocurra, sin mas motivos que los
caprichos municipales.
Los señores del Concello podrán preguntarse a tenor de
que viene ahora este comentario publico; pero de igual forma los ciudadanos,
residentes vecinos, etc. estamos en el derecho de preguntar que cual es la
facultad que se otorgan los regidores municipales para cambiar la mayor parte
de las veces, la designación que tienen las ruas, cuando además es notorio que
en la vida cotidiana por mas que lo intenten la gente sigue llamándole por su
nombre vulgar y conocido de siempre.
Las calles, de la ciudad no son de los políticos, sino
del pueblo y es este quien las bautiza normalmente basandose en algunas características
que concurren, y quien con el paso del tiempo le da la confirmación, para que
siempre se las conozca de la misma forma, sonando mejor o peor su nombre, pero
es el pueblo y no quien esta de titular en el concello.
Lo curioso es que en la practica se les continúan
llamando como antes de cada rebautizo es decir, que la sensatez impera y tendrían
que pasar décadas para que los de a pie nos acostumbráramos a la nominación
impuesta.
Así tenemos, que a pesar de los pesares, por ejemplo
“Progreso” nunca dejo de serlo, como tampoco “Paseo” aun cuando en varias
ocasiones sufrieron las decisiones de políticos empeñados en renombramientos
generalmente para ensalce y homenaje de políticos, militares y otros, de pasado
acorde con las circunstancias de quienes deciden en el cambio.
No vamos a pronunciarnos también sobre los perjuicios económicos
que causan los cambios de nomenclatura al tener que rehacer datos de
domiciliaciones personales, comerciales etc. que son importantísimos.
Hemos hecho referencia solo como ejemplo, a dos
importantes ruas de nuestra ciudad, pero claro que hay otras muchas que pasaron
por similares circunstancias y que desde luego la gente continua llamándolas
por su primitivo nombre.
Entonces ¿para que vienen los cambios cuando las
calles no son propiedad del Concello, sino patrimonio de los ciudadanos?.
Claro que aun sabiendo que esta es una característica
endémica general de los ayuntamientos, no por ello hay que decir que si señor a
todo; y sobre todo que cuando se trate
de un cambio nominativo se piense y se diga el porque, y se vea las
consecuencias y la nula efectividad.
Será bueno que se mediten estas circunstancias; bauticen si
quieren las calles que nacen (por expansión lógica de la ciudad) pero no enmienden
la plana con reinventos nomenclativos de las ya existentes.
Ricardo Gago Fernández
Ourense
DIARIO LA REGION
OURENSE
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